domingo, 17 de abril de 2016

Campaña del Desierto, el genocidio de las naciones ancestrales en Puelmapu, Argentina



ROCA INICIABA EL GENOCIDIO DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS

En 1879 el general Julio A. Roca, ministro de Guerra y Marina durante el gobierno de Nicolás Avellaneda, inicia la denominada expedición al desierto en su lucha contra los indios. 

En proclama publicada en el diario La Prensa el 29 de abril de 1879 decía Roca: "Con asombro de todos nuestros conciudadanos, en poco tiempo habéis hecho desaparecer las numerosas tribus de la pampa que se creían invencibles con el pavor que infundía el desierto… Extinguiendo estos nidos de piratas terrestres y tomando posesión real de la vasta región que los abriga, habréis abierto y dilatado los horizontes de la patria hacia la comarca del Sud, trazando, por decirlo así, con vuestras bayonetas un radio inmenso para su desenvolvimiento y grandeza futura…". 

Los hechos son actualmente objeto de debate y visiones diferentes, tanto dentro como fuera de ese país. 

La posición tradicional argentina sostiene que se trató de una gesta militar y una guerra legítima respecto de la efectiva soberanía de la República Argentina sobre territorios heredados del Imperio español y que respondió a los malones mapuches sobre la frontera. 
Contra la posición tradicional argentina, políticos y periodistas argentinos de la época, denunciaron lo que consideraron un "crimen de lesa humanidad" cometido por el Ejército Argentino. 

La posición tradicional de las comunidades mapuche, tehuelche y ranquel sostiene que se trató de una invasión ilegítima de los huincas argentinos sobre territorios ocupados ancestralmente.

Otra postura argentina cuestiona el accionar del Estado argentino contra las naciones indígenas, tanto por la violencia con que se desarrolló la conquista, como por la imposición unilateral, la insuficiencia de derechos y el objetivo de beneficiar a un grupo de terratenientes. Una opinión más reciente, compartida por las comunidades indígenas, un sector argentino y estudiosos de otras nacionalidades, sostiene que se trató de un genocidio y un etnocidio institucional.
El territorio que controlaban los pueblos de lengua mapuche al este de la cordillara de los Andes se conoce en mapudungun como Puel Mapu, mientras que el territorio mapuche al oeste de dicha cordilera es el Ngulu Mapu, también escrito Gulu Mapu.

Dentro de Puel Mapu, los indígenas distinguían a su vez varias identidades territoriales:

Mamvj Mapu: al noroeste, habitado por los mamvj ce o gente de los bosques de caldenes y algarrobos.

Ragkvl Mapu: al sur del anterior, habitado por los Ragkvl ce o gente de los carrizales o cañaverales. Los cronistas europeízados utilizaron la denominación Pampas para referirse a esta identidad colectiva.

Cazi Mapu: en el centro del país, en la región de las salinas en torno a la laguna Urre (Urre lafken) habitaban los cazi ce.

Puel Wiji Mapu: al sudoeste habitaban los Puel Wiji ce. Los cronistas europeízados usaron la denominación Manzanas o Manzaneros para referirse a esta región.

Los criollos o argentinos o huincas realizan otra identificación de los indígenas involucrados, que en algunos casos coincide con la manera de identificarse que tiene la comunidad mapuche:
Ranqueles, surgidos de la araucanización de un sector de los tehuelches septentrionales, dominaban el sur de las provincias de Mendoza, Córdoba y San Luis y el norte de la de La Pampa.
Salineros, gobernados desde las Salinas Grandes por la dinastía araucana de los Curá, dominaban el sudeste de La Pampa y el oeste de Buenos Aires.
Tribu del cacique Pincén en el noroeste de Buenos Aires.
Tribu del cacique Cachul, tehuelches septentrionales araucanizados, vivían en la zona de Tapalqué.

Manzaneros, tehuelches septentrionales araucanizados ubicados en Río Negro, Neuquén y Chubut.
El Informe Oficial de la Comisión Científica que acompañó al Ejército Argentino dice que 14.000 indígenas resultaron muertos o tomados prisioneras. 

Los prisioneros fueron tanto combatientes como no combatientes. 

Poco después Roca precisó ante el Congreso de la Nación que se habían tomado como prisioneros a 10 539 mujeres y niños y 2320 guerreros. 

Se estima que la campaña argentina fue causa directa de la muerte de más de mil indígenas (hombres, mujeres y niños). Una parte de los sobrevivientes fueron desplazadas a las zonas más periféricas y estériles de la Patagonia. 

El investigador Enrique Mases ha identificado que muchos de esos prisioneros fueron utilizados como mano de obra sometida en las cosechas de uva y caña de azúcar en Cuyo y el noroeste argentino.

Unas 3000 personas fueron enviadas a Buenos Aires, donde los separaron por sexo, a fin de evitar que procrearan hijos

Para concentrar a los prisioneros se levantó un área cercada con alambre en Valcheta o Comarca del Río Chiquito, lugar que hasta poco antes había sido asiento de una comunidad gennakenk (puelche). La investigadora Diana Lenton afirma que también "hubo campos de concentración en Chichinales, Rincón del Medio y Malargüe". 

Los prisioneros fueron trasladados a pie por más de mil kilómetros y luego por barco hasta Buenos Aires, donde se estima llegaron unos 3.000 prisioneros. Algunos sobrevivientes han relatado la crueldad del trato, incluyendo el asesinato, la mutilación e incluso la castración de las personas que no podían continuar por el cansancio. 

Al llegar a Buenos Aires, algunos hombres, mujeres y niños prisioneros, fueron obligados a desfilar encadenados por las calles de Buenos Aires. Durante el acto un grupo de militantes anarquistas aplaudieron a los vencidos al grito de "bárbaros son los que les pusieron cadenas”.

Con posterioridad los prisioneros fueron trasladados a la isla Martín García, desde donde luego de permanecer allí un tiempo fueron llevados nuevamente a Buenos Aires y recluidos en el Hotel de Inmigrantes. 
El gobierno roquista dispuso entonces que los niños y las mujeres fueran entregados para trabajar forzadamente como sirvientes de familias ricas. La mayoría de los hombres murieron en la isla Martín García, donde aún hoy se preserva parte del llamado Barrio Chino, al que fueron confinados los prisioneros. 

Los investigadores Mariano Nagy y Alexis Papazian publicaron un artículo titulado "El campo de concentración de Martín García. 
Entre el control estatal dentro de la isla y las prácticas de distribución de indígenas (1871-1886)". El estudio menciona que hallaron unos 500 documentos que "nos permitían analizar la sistematicidad e intencionalidad genocida". 
Ambos investigadores descubrieron que a los prisioneros se les suprimía la identidad imponiéndoles nuevos nombres y se los clasificaba en tres categorías: "inútiles, depósito y presos". 
La documentación examinada también establece que muchos prisioneros, referidos habitualmente como "indios y chusma", fueron entregados como esclavos a familias de la élite porteña: "de la lectura de las cartas de solicitud de indios se desprende que para algunos miembros de las clases dominantes, ser favorecidos con unos cuantos indígenas no era una meta difícil de conseguir. 

De esta manera, el éxito militar conseguido en la Conquista del Desierto posibilitó que millones de hectáreas se sumaran al control efectivo de la República Argentina. Así, Argentina dio por tierra con cualquier intento de ocupación de estas tierras, tanto de las potencias europeas como de su vecino Chile.

Estas enormes extensiones sureñas fueron adjudicadas a bajo precio o dadas en pago como premios, a terratenientes, estancieros, políticos influyentes y soldados. A mediados del siglo XX se forjó el concepto de genocidio para designar los "actos con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso".
Varios estudiosos argentinos y no argentinos han realizado investigaciones para establecer si la Conquista del Desierto constituyó un genocidio, llegando a una conclusión afirmativa. Entre ellos se han destacado Jens Anderson, Ward Churchill,Walter Delrio, Diana Lenton, Marcelo Musante, el Equipo Mapuche Werken, Felipe Pigna, y Osvaldo Bayer.

Dentro de los argumentos de los que apoyan esta tesis se citan los que tienen que ver con la declaración de las intenciones de Argentina:
En el Congreso se hablaba de «exterminar a los indios salvajes y bárbaros de Pampa y Patagonia».
Desde el gobierno de Martín Rodríguez en la provincia de Buenos Aires, década de 1820, se hablaba de exterminio. Él ya decía «primero exterminaremos a los nómades y luego a los sedentarios».

También se citan los métodos utilizados en la campaña, que concuerdan con la definición de genocidio:
Ataques a tolderías con mujeres y niños solos en momentos en que los hombres adultos estaban en otras partidas.
Campos de detención en las actuales Valcheta, Chichinales, Chimpay y Junín de los Andes. Algunos cercados por alambre tejido de gran altura.
Traslados por la fuerza de los prisioneros caminando hasta Carmen de Patagones (un puerto en la desembocadura del río Negro), en donde los embarcaban a Martín García (una isla en el Río de la Plata enfrente de Buenos Aires). Estos traslados podían ser de hasta de 1000 km y exterminaron a miles de personas, ya que se mataba a los que no caminaban.
Traslados forzosos de familias a otros sitios dentro del territorio, ocurridos después de la campaña por la «policía de frontera».

Un segundo campo de detención en la isla Martín García. Allí tuvieron que habilitar dos cementerios especiales en 1879.
Separación de las familias.
Cambios de nombres, de manera que no se pudiera reconstruir la historia familiar.
La cifra de muertos varía mucho. 

En la Pampa vivían unos 20 000 a 30 000 indígenas; más si se les sumaban los de Neuquén, las faldas andinas y la Patagonia alcanzarían las 50 000 ó 60 000 almas, al momento de producirse la campaña militar, que según estimaciones no oficiales bien pudo costar unas 20 000 vidas. Al resto, o se los redujo en reservas, o se los separó de sus familias y culturas.

En los censos argentinos de 1895 y 1914 los indígenas de esta región no fueron contabilizados y en cambio fueron estimados en unas 30 000 y 18 425 almas, respectivamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario